
Capital administrativa, jurídica, y cultural del Valle de Baztan, la Villa de Elizondo es su centro neurálgico y comercial, aglutinando entre sus ordenadas calles y casas a casi la mitad de su población total, y sirviendo en no pocas ocasiones de punto de encuentro de todos los baztandarras, tanto en ferias, como mercados, actos culturales y fiestas en general.
Es sin duda el más urbano de los 15 pueblos, el que antes ha dejado a un lado sus orígenes rurales, aunque sus barrios de Beartzun, Berro, Etxaide y Antzanborda conservan el encanto de la vida tradicional de sus gentes.
Históricamente, cabe mencionar que en el año 1397 el rey Carlos III el Noble reconoce a los elizondarras la “fidalguía e infanconía, en que dezían haber estado a perpétuo”, años antes incluso de aquella “Executoria de Hidalguía”, firmada por Charles, Príncipe de Viana, que marcará y decidirá el rumbo político, social y administrativo del Valle.
La casa del pueblo o Herriko etxea, en la que los vecinos celebran el tradicional “batzarre” o reunión de carácter consultivo en la que se discuten diversos aspectos de la vida cotidiana de la localidad, fue quemada hasta tres veces. En 1794 por los franceses, y en 1835 y 1876 por los españoles, siendo sucesivamente reconstruida.
En la terrible catástrofe que asoló el Valle el 2 de junio de 1913, que lo inundó todo, se dio la curiosa circunstancia de que el Sagrado Corazón de la iglesia vieja apareció después flotando en las aguas, intacto, pasando a ser para los elizondarras objeto de culto y especial devoción. Fue algo muy relevante en aquel momento, siendo un acontecimiento muy recordado por nuestros mayores.